LECTOR: Si vives en España procura que este escrito circule mucho. Dalo a leer a tus compatriotas. Si vives en el extranjero, esfuérzate por hacerlo entrar en España y con ello prestarás un enorme servicio a la liberación de un país esclavizado actualmente.
Vicente Blasco Ibáñez.
Reconozco que el actual rey de
España ha sido durante algunos años para la opinión internacional un personaje
simpático. Su juventud, su carácter decidor a estilo madrileño y una intrepidez
alegre de subteniente hicieron de él ese “personaje simpático” tan amado por el
vulgo que le ve de lejos y sólo aprecia las exterioridades.
El rey de España ha sido igual a esos niños prodigio que llaman la
atención por sus facultades precoces mientras son pequeños. Luego, al
convertirse en hombres, sin evolucionar oportunamente, resultan insufribles y
peligrosos por su estacionamiento mental, y por la vanidad omnisciente que les
infundieron los éxitos y adulaciones de su adolescencia.
Para hablar de Alfonso XIII es
preciso traer a colación a Guillermo II. Del mismo modo que en el teatro existe
la contrafigura que pasa por el fondo del escenario imitando al protagonista de
la obra, que se halla en primer término, Alfonso XIII ha sido siempre un
imitador, un reflejo del antiguo Kaiser.
Existe en Cataluña un fabricante
de champagne español llamado Codorniu, y aunque su vino no es malo, los
burlones ríen de él al compararlo con el champagne legítimo, haciendo de dicho
vino un símbolo de todo lo que es imitación más o menos grotesca. A Alfonso
XIII le llamaban en los años anteriores a la guerra el “Kaiser Codorniu”.
Yo no conozco personalmente a Alfonso XIII. Nunca he querido
dejarme presentar a él. Pero le sigo desde hace años con el interés del
novelista que estudia un "documento humano" y lo conozco mejor que
muchos de los que le han visto de cerca.
Estos Borbones españoles fueron siempre astutos y con cierto talento
diabólico para sortear las complicaciones de la vida, haciendo al mismo tiempo
su voluntad. Las resoluciones más extremas y violentas las revisten
hipócritamente de una forma paternal. Fernando VII, fusilador de liberales,
ordenó estos suplicios por el bien de la patria, de tal modo que las
muchedumbres imbéciles lo consideraban un padre.
Alfonso XIII ama el despotismo,
pero procura atacar las libertades públicas como si le obligaran a ello los que
le rodean, para después, en caso de fracaso, dejar que castiguen a los otros y
declararse inocente. Alfonso XIII debe desaparecer del suelo español. Él y
algunos generales del Directorio tienen tal conciencia de su fracaso que en
estos momentos sólo piensan en hacer dinero para asegurar su porvenir. Nunca en
la historia de España se vio tal avidez por saquear a la nación, favoreciendo
negocios particulares. En sólo un año de gobierno militarista se han consumado
negocios inauditos. Van dadas concesiones escandalosas a compañías de
ferrocarriles. Se ha otorgado el monopolio de los teléfonos en toda España a
una sociedad sin concurso ni subasta, gracias a enormes propinas repartidas
previamente. Hasta se ha hecho un privilegio de la reventa de espectáculos
(teatros, cinemas y corridas de toros), confiando dicho privilegio a un
individuo por un millón de pesetas anuales que entrega ostensiblemente a la
hacienda pública y algo más que reparte en secreto a los que le proporcionan
tan bonito negocio.
El rey y sus socios proceden como
las gentes sin conciencia que al verse obligadas a abandonar una casa se llevan
los clavos de las paredes.
-Si se va el rey, ¿qué pasará? -se preguntan millares de gentes
simples. Seguramente que España se colocará en una postura de pueblo moderno,
siendo mejor considerada por las grandes naciones civilizadas, que bien lo
necesita... Después de la última guerra han desaparecido de Europa dieciocho
reyes y las naciones no han muerto por eso. Alfonso XIII será ahora.
-¿Qué pasará si se va el rey? -vuelve
a repetir con tono de balido el rebaño de los simples y los miedosos. Pasará que todos los españoles de
buena voluntad nos juntaremos para crear de nueva una nación española que hace
años dejó de existir. No es difícil reconstruir España de una forma moderna,
tranquila y progresiva. Ante todo, que se vaya el rey.
La República es la paz, es la
escuela, es el respeto y la libertad de todas las opiniones.
Mas para que resulte posible esta transformación nacional es preciso que primeramente desaparezca el rey. Es un enredador, un intrigante, un biznieto de Fernando VII, que esparce en torno de su persona una acción corrosiva, semejante a la tinta que segregan ciertos moluscos...
Mas para que resulte posible esta transformación nacional es preciso que primeramente desaparezca el rey. Es un enredador, un intrigante, un biznieto de Fernando VII, que esparce en torno de su persona una acción corrosiva, semejante a la tinta que segregan ciertos moluscos...
Además, sería un bien para él y
una tranquilidad para los nuevos gobernantes el verle lejos de España. Alfonso
XIII debe ser procesado al recobrar la nación su vida normal. Es de justicia. Y
los procesos de los reyes, cuando éstos no se alejan previamente, acaban a
veces de un modo trágico. De esto saben algo la Inglaterra de Cronwell y la
Francia de la Convención.
Vicente Blasco Ibáñez
Noviembre, 1924
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