De entre los adoquines de la calle
una mano corta una flor de piedra,
y vuela el hermoso arcoíris
que de la rabia al cielo,
y del cielo
a la testuz de la bestia,
va,
y abre el cráneo primero,
y luego nada.
Dentro, el eco de la piedra
Dentro, el eco de la piedra
y nada.
Bueno, sí.
Parece
más luminosa
la mañana.
Orgullosa de ti.
ResponderEliminarLanzadores de piedras, unidos y adelante.