Sapere aude (atrévete a saber)
Horacio
Que nos tiren la casa REALIDAD abajo
a base de evidencias como martillazos y
razonamientos que agrietan los muros de nuestro firme universo de “las cosas
como son” es algo parecido a un desahucio de ese lugar donde tememos todo bien
ordenadito, a mano. Una habitación para cada momento del día, armarios, cajones
donde guardar tanto lo íntimo como lo mundano, el menaje donde el menaje y las
mantas…todas las cosas que nos hacen reconocer aquel lugar como nuestro hogar,
donde repantigarte en pijama sin mayor miramiento. Esa casa REALIDAD, se sustenta
sobre unas vigas y pilares que se fabricaron en “lugares comunes S.A” Desde
dentro y a salvo de tanto vocerío estridente de la calle podemos hablar del
mundo con inequívoca rotundidad como el que estaba presente cuando se hizo la luz. La otra
realidad, sin la altura de las mayúsculas, no depende de que tú la pienses para
que siga su curso.
Estoy hablando de cómo los
interioristas de los medios in-formativos de tierra, mar y cable, lo mismo
te anuncian los 10 días fantásticos como te explican una hambruna que ha quitado del medio a unos millones de nada,
como te dan las claves de la depresión de Ronaldo. Esos que te decoran las paredes de tus habitaciones
favoritas con espejos deformantes hasta el esperpento robados del Callejón del
Gato para que siempre te sientas en el lado de los buenos, de los normales, de
los que miran el universo desde una poltronita central, donde, ¡oh casualidad!,
te encuentras tú. Ya sabemos que la información es una mercancia que se consume sin que leamos el prospecto ni las contraindicaciones.
Destruir mitos es un oficio casi tan desagradecido como descubrir lo obvio. Cuando menos desagradecido pues en el peor de los casos te puede costar el pellejo. Matar al mensajero que te rompe el confort de estar de este lado guay del espejo es un riesgo cierto para el aguafiestas que se presenta en tu casa REALIDAD con ese martillo de la evidencia y de dos leñazos te amenaza ruina de ese hogar que tantos telediarios te ha costado levantar.
Mira por donde a Sócrates lo
liquidaron por lo mismo. Aristóteles salio por patas ahorrando a sus vecinos lo
que el llamó “un segundo crimen contra la filosofía”. El mito era ese relato que desde
la creación hasta el presente daba una versión totalizadora de todo los que es,
fue y será. Ir contra él era tan peligoso como lo es hoy ir contra la democracia, ese otro mito.
Ahora viene este tipo, (Iroel Sánchez) que dice
ser periodista con el "cuento" de la guerra mediática contra Cuba y nos desvela además que las cosas no son lo que parecen. Que seguimos embebidos por mitos prefabricados por condotieros de la opinión publicada.
Nos desmonta el mito del gurú tecnológico que acuñó algo tan ingenioso como que el Che Guevara del S. XXI es internet. Pues bien, este prenda, (me refiero a Alec Ross) resulta ser
un corsario a sueldo del imperio. Nos chafa el mito de que
internet entraña la tan cacareada democratización de la información y que la
revolución twiter iraní fue un camelo de la secretaria de estado Hilaria
Clinton, perversa y bien conjuntadita como ella sola. Para más inri tras la mujer disidente que desde
dentro de Siria blogueaba al mundo sus “crónicas” reproducidas por todos los respetables medios occidentales, se
escondía un tío con más barba que el que
se perdió en la isla.
No me cabe duda. Este tipo es
peligroso. Hay que quitarle el martillo de las manos y no dejar que pervierta a
nuestros jóvenes. Un poco de cicuta, coño*. O mejor un Dron sin cola.
*Sócrates es acusado por Meleto y condenado
a muerte por un jurado, entre otras cosas por corromper la moral de los jóvenes. Tras la acusación formal se escondía el miedo
al peligro que representa aquel que hace temblar los cimientos de prejuicios y creencias de una sociedad.
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